sábado, 11 de octubre de 2014

Happy. 25 años después

El 16 de Julio sacaba del concesionario Yamaha mi moto. Una YBR 125.....de nombre "Happy". Hasta ahí, como miles de personas que consiguen una moto. La particularidad es que yo llevaba 25 años sin montar y sólo lo había hecho practicamente en motos de 50 c.c.
De niña iba siempre con mi padre al circuito del Jarama. Él tenía amistad con el dueño de Tissot en España, cronometrador oficial en las carreras y entrábamos hasta la cocina donde yo me volvía loca con el rugir de los motores, el olor de las máquinas de 2 tiempos y dónde veía a los grandes pilotos de la época. También disfrutaba de la Fórmula 1 donde recuerdo con especial intensidad a Mario Andretti con su precioso Lotus JPS.
Pues ahí, en el Jarama, empezó mi pasión por las motos. Pero con 12 años mi padre me compró la primera con la intención de que nunca subiera de "paquete" con nadie. Era ni más ni menos que una horrorosa Mobylette Campera color butano que como os podéis imaginar era más grande que yo y que me tiró al suelo el primer día pero lejos de asustarme, consiguió que me enamorara de ir sobre dos ruedas motorizada. Y con 14 años tuve mi segunda moto....una Derbi Diablo C4 que era, como decía en su anuncio, para hacer super diabluras. Con esa es con la que yo hacía el cabra. Subía, bajaba, me caía y llegaba a casa ensangrentada día si, día también pero con la que me divertía mucho.Muchísimo. La guardia Civil me paraba con frecuencia para pedir los papeles de la moto. Lo normal es que las niñas fueran en las "ideales de la muerte Vespinos" que tanta gracia hacen ahora pero que por aquella época era lo que las niñas y niños bien conducían. Me imagino que era raro ver a una chica en una moto de marchas. Y nunca llevé casco.Recordad que ni era obligatorio ni se te pasaba por la cabeza que te la pudieras partir.
Pues mi Derbi desapareció y pasaron años, muchos años hasta que pude volver a tener moto.
También , por circunstancias pasé años desvinculada del mundo de la moto completamente. Alguna carrera por la tele y poco más y de repente un amigo me habló de Santi Herrero y la Isla de Man y en unas noticias de Antena 3 veo a Antonio Maeso, investigo en Internet, veo el documental mph mann de Abelardo Rendo y mi vida se pone patas arriba.Pero esto es otra historia.
Y después de Antonio, la Isla, muchos amigos, carreras, concentraciones, libros y películas de motos llega el momento de volver a tener moto.
No puedo contar el como conseguí la moto pero si que fue de una forma mágica como todo lo que me ha ido sucediendo en este mundillo como ir al TT, conocer y hacer gran amistad con ....había puesto algún nombre pero prefiero no hacerlo porque me dejaría alguno....y mil y una historias. A cual más emocionante y sobretodo divertida.
Lo primero es contar por qué esa moto.Fue idea de mi amigo (que es el que me ha animado a contar esto en blog) Luigi Fazer (Luis para mi. Debo de ser la única que le llama así....él me lo pidió cuando nos conocimos). Luigi me recomendó esa, fuimos a ver el modelo y fue flechazo aunque creo que me hubiera gustado cualquiera. Consulté con más amigos y a todos les pareció la mejor.
El día que fui a por ella fue increíble. No se ni ponerlo en palabras. Llegué muy pronto a la tienda y quería arrancarla con testigos. Estaba muy nerviosa pero no por miedo sino por pura emoción. Se cumplía un SUEÑO. Yo estaba muy integrada en el mundo motero pero algo faltaba y además siempre había alguien al que le gustaba recordarme que no era motera porque no montaba en moto. Leía y veía fotos de amigos que se iban a sitios preciosos a rutear, que quedaban para ir a una concentración y yo detrás en coche y era frustrante.
El dueño del concesionario me explicó el funcionamiento. Confieso que tuve que preguntar a algún amigo ese día si la primera marcha era hacia abajo.....ejem....llegaron mis amigos, arranqué la moto y dí una primera vuelta a la manzana. Estoy segura que estaban todos aterrados. No me extraña. No me acordaba ni de lo del punto muerto, ni como se frenaba. Pero conseguí volver al concesionario. De ahí mis amigos Bego y Sergio me acompañaron a echar gasolina y a todo el mogollón: ni más ni menos que al Motor B, el pub motero diría más típico de Madrid y que está en una zona con mucho tráfico. Nos tomamos algo y empezaba a caer la noche así que tiré hacia mi casa en la sierra de Madrid a 50 km seguida por Begoña con su preciosa Suzuki y creo que ella llevaba más miedo que yo.Pero siempre recordaré que estuvo ahí. Siempre.
Atravesamos Madrid y después de algún adelantamiento incluido, llegamos. Begoña estaba entre felíz y aliviada. jajajaja.
Pero yo estaba eufórica. Me sentía fenomenal.Tantos años después podía volver a disfrutar de la moto, de todas y cada una de sus sensaciones. Me había sentido segura y bien y eso que llegamos de noche.Para mi fue algo muy especial. Cerraba una etapa y abría otra. Iba por el camino gritando dentro del casco y riéndome y cuatro meses después lo sigo haciendo y cuando me hacen el saludo motero me derrito.Ya soy motera. Ahora si.
Y ya imagino que entendéis por qué mi Yamahita se llama  Happy.......

No hay comentarios:

Publicar un comentario